EL AMOR NO SIEMPRE HA DE SER CIEGO

Por nuestro bien, el de la sociedad y el de la educación, hemos de intentar que el título de este relato sea eficaz. 
Empezando por la actualidad y a las puertas de una época del año de mucho contacto como la Navidad, el amor hacia tus nietos, hijos, padres, amigos y demás seres queridos no les hace ser inmunes a este virus. No sé qué extraña sensación de seguridad nos da el hecho de que alguien pertenezca a nuestro círculo familiar y amistoso para bajar la guardia de la manera que lo hacemos (yo el primero) y arriesgarnos a cagarla y seguir extendiendo esta pesadilla. Tiene similitudes con los accidentes de tráfico, esos sucesos que solo les pasan a los demás y que la realidad es que si no extremas precauciones tienes las mismas papeletas que el de enfrente de tenerlo. No es cuestión de que el miedo nos atrape sino de respeto y precaución para poder seguir disfrutando de la vida con sus alegrías y tristezas.
Por otro lado está la subjetividad máxima que trabajamos cuando una misma actitud depende de ser reprochable o normal e incluso graciosa si la vemos en uno de los nuestros o en el de enfrente. ¿Por qué esa ceguera selectiva deshonesta? Las faltas de respeto, la desobediencia, la irresponsabilidad… es tan desagradable en tu hijo como en el de tu vecino, no creo que justificar en los propios algo que en los de fuera nos lleva a los demonios sea un buen espejo en el que se reflejen nuestros niños. Desde mi punto de vista es muy mezquino el hecho de aprobar por nuestro buen hacer y suspender por la manía que nos tiene el profesor. Me encantaría que nos pudiéramos ver en un video de esos que ponían en el programa de “hermano mayor" para que el adolescente reaccionara viendo su actitud en determinados momentos, en el que nos mostraran cómo criticamos lo que hace el nieto del de enfrente por algo que hace el tuyo exactamente igual. Actuando así no podemos exigir ciertas actitudes a nuestros pequeños y adolescentes porque no les estamos enseñando bien. 
Antes de obligar a estudiar matemáticas, lengua, sociales, física, química y las tropecientas asignaturas que tienen en el colegio, no estaría demás enseñar desde nuestras acciones valores como la honestidad. El doble rasero está cada vez más extendido y puede que sea porque lo estamos cebando de manera inconsciente en nuestro círculo más cercano.
 Las acciones reprobables son criticables vengan de donde vengan, no podemos justificarlas porque provengan de nuestros ídolos, partidos políticos, equipos de fútbol, familiares, amigos… si queremos una sociedad mejor y más justa no podemos usar la ley del embudo ni bailar al son de lo que más nos convenga, debemos hacer ese pequeño esfuerzo de ver las cosas tal como son. Extendamos esto a todo lo bueno que hace la gente, las acciones aplaudibles hay que valorarlas de la misma manera, con honestidad, vengan de donde vengan. Si aquí te quieres recrear e hinchar el pecho por lo bien que lo hacen los tuyos, adelante, pero no critiques esa misma actitud en los demás porque también tienen derecho, sigamos predicando con ejemplo.
Si consiguiéramos inyectarnos todo esto, la proyección en las futuras generaciones puede ser maravillosa ya que les habremos dotado de unos principios muy interesantes para defender lo suyo sin menoscabar lo ajeno, de manera firme, tolerante y honesta a la vez.
 Cuánto de esto falta en la sociedad actual y qué bien vendría tanto a nivel particular como en esas altas esferas que deben hacer que esto fluya para vivir de una forma digna.

#honestidad #educacion 

La imagen de cabecera está sacada de desmotivaciones.es

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